¿Alguna vez te has preguntado por qué la mayoría de las alcancías son un cerdito?
La explicación no es muy elaborada ni tiene un antecedente histórico significativo, sino que sólo se reduce a la idea de que los cerdos son animales que, en su crianza, representan mucho más beneficios que costos. Es decir, tú puedes tener uno y alimentarlo hasta engordarlo y después lo puedes vender o puedes convertirlo en embutidos para tu consumo o también para comercializarlos, etc. Es una gran inversión.
Cuando rompes tu alcancía de cochinito y tomas lo acumulado para gastarlo, estás llevando a cabo el mismo proceso: aprovechando los recursos con los que "engordaste" a tu alcancía.
Caso aparte es la razón por la que en inglés a estos artículos se les llama "piggy banks". Pudiera concluirse de forma casi automática que "piggy" hace alusión a "pig", y estaríamos en lo cierto, pero no sin antes considerar que "pig" no sólo significa "cerdo" en español, sino que también se refiere al material que se usa para elaborar artículos de alfarería (barro). La gente de aquellas regiones anglosajonas acostumbraba guardar dinero en frascos o contenedores hechos de "pig" (barro), por lo que con el paso del tiempo comenzaron a llamarlos "pig jars" (frascos de barro) y posteriormente "pig banks" (bancos de barro).
Actualmente, al usar tal denominación, evidentemente pensamos más en el animal que en el material, pero siempre es importante saber que existe una diferencia.
Gracias por leer y QDLB.
Este blog es de ésos que tratan de todo y de nada a la vez. Como apasionado de la lengua (tanto en términos de comunicación como en tacos), la mayoría de las entradas seguramente estarán enfocadas en ese tema. Sin embargo, pudiera suceder que un día me levante de otro humor y escriba algo distinto, encaminado hacia mi fe, mis pasiones, algún relato, chascarrillo, cuento corto, etc. Dios te bendiga y gracias por leer. René Molina.
miércoles, 29 de abril de 2015
viernes, 24 de abril de 2015
¿Por qué ser cristiano?
Primero tendríamos que definir qué
es ser cristiano. En pocas palabras, se reduce a obediencia (Proverbios 3:1-2)
y respeto a nuestro Dios (Mateo 21:37), siguiéndolo y haciendo lo que nos pide
que hagamos aunque en ocasiones no lo entendamos o no sea precisamente lo que
nosotros, envueltos en nuestra humanidad, queremos hacer (Mateo 26:42).
Ojo, no estamos hablando de llevar
una vida llena de prohibiciones y restricciones, sino de completa libertad
(Salmos 119:45) de permitir que el Señor nos transforme y en la que dejemos
atrás todas aquellas cosas que nos hacen daño y que se alejan de lo que nuestro
Padre quiere para nosotros.
La pregunta que da título a este
texto puede responderse fácilmente si se hace alusión a la promesa de vida
plena y eterna que el Señor nos hace a través de su Palabra (Juan 10:10). Sin
embargo, podemos ir más allá y echar un vistazo a todas aquellas vidas que
alguna vez estuvieron hundidas en el pecado y la perdición y que ahora en Jesús
se han convertido en poderoso testimonio de salvación. Me llama la atención que
hay personas que toman sólo algunos pasajes de la Biblia y los utilizan como
fundamento para no creer, pero si lo que está ahí escrito no es cierto (según
lo que ellos creen), ¿por qué se ofenden tanto con lo que leen? Mi hermano
Ramón Lobo, en una conferencia que impartió para los matrimonios de la
congregación, mencionó que si los textos bíblicos han de tomarse literalmente,
debe hacerse con un criterio uniforme y no sólo considerando lo que “nos
conviene”.
Es cierto que la Biblia narra
algunas situaciones que, al menos yo, no termino de entender completamente y
que además me parecen cruentas y violentas, pero eso no quiere decir que voy a
dejar de creer o que mi fe se va a ver quebrantada por un pasaje que me impactó
negativamente o que simplemente no entendí. ¿Sabes por qué? Porque cuando
alguien acepta a Cristo en su corazón no lo hace sólo porque se sentó a leer
toda la Biblia y después dijo: “bueno, está bien, voy a creer”. No, el estudio
de la palabra es una parte muy importante de nuestro desarrollo y aprendizaje
constante como cristianos (2 Timoteo 3:16-17), pero no es lo único que el Señor
nos ofrece. Están también la comunidad, la oración, el testimonio, el amor
cristiano, la amistad, la entrega, la forma en que todos trabajamos juntos para
Él, etc.
Personalmente, la lectura de la
Biblia ha sido una parte muy importante de la decisión que tomé de ser
discípulo de Jesús, pero tuvo, tiene y tendrá siempre mucho más peso el buen
testimonio que he recibido por parte de mi familia y amistades cristianas
(Salmos 19:7). El conocimiento bíblico es sólo el principio de la tarea que
todos los que seguimos a Jesús tenemos en la tierra. Sin duda es la herramienta
más poderosa que tenemos para llegar al corazón de los inconversos y
presentarles al Señor en toda su gracia y misericordia, pero debe
complementarse siempre con nuestras acciones y voluntad para cumplir nuestro
deber. De ahí la idea de que no se trata sólo de memorizar textos y sacarlos
cuando la ocasión lo amerite, sino de realmente entender lo que estamos
diciendo y darle la importancia que merece. Todo esto desde luego no significa
que no haya pecado en las vidas cristianas o que se hayan vuelto perfectas,
pero sin duda los que hemos dejado que Dios entre en nuestros corazones hemos
experimentado una transformación que recomiendo ampliamente. El Pastor Gilberto
Gutiérrez, líder de la congregación a la que pertenezco, mencionó hace poco que
hay quien dice que somos cristianos por conveniencia… nada más cerca de la
verdad. Y es que, ¿cómo no te va a convenir, si Dios te ofrece perdón,
salvación y la eliminación de tus pecados, vida eterna y plena sólo a cambio de
que creas en Él?
De modo que si en algún momento te
has preguntado por qué eres cristiano o por qué alguien que conoces lo es,
piensa que simplemente se trata de una oportunidad que no se puede dejar pasar.
Dios no te pone como condición que leas la Biblia para ser salvo ni te obliga a
hacer o no hacer nada, Él sólo quiere que creas en Él, y no porque eso le
traiga algún beneficio, sino porque te ama tanto que quiere lo mejor para ti.
Tan es así que envió a su hijo a morir en la cruz para salvarte (Juan 3:16).
Piénsalo, y no te encierres en un versículo, más bien trata de empaparte más de
las promesas del Señor y, entonces sí, toma una decisión más informada.
Que Dios te bendiga, siempre.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)