Cada nación de este inmenso planeta tiene su forma de matar pulgas, y uno de los reflejos más significativos de su cultura es el lenguaje. Me he dado a la tarea de hacer una pequeña recopilación de nombres adaptados al Español, algunos de ellos de personajes históricos y otros tantos ficticios. Empecemos:
NOMBRE ORIGINAL: Louis Pasteur (francés)
NOMBRE EN ESPAÑOL: Luis Pasteur
Estamos hablando de un científico galo, por lo que la pronunciación correcta sería algo así como "Lúi". Si quieren díganle Luis, pero escríbanlo como debe ser.
NOMBRE ORIGINAL: Cristoforo Colombo (¿italiano?)
NOMBRE EN ESPAÑOL: Cristóbal Colón
Aunque el lugar de nacimiento del famoso navegante sigue siendo motivo de discusión, una de las teorías más fuertes señala que era de origen Italiano (de Génova, para ser precisos). Yo crecí repitiendo el nombre en Español en mil y un tareas de historia, pero el nombre en Italiano, además de que es fácil de pronunciar en Español, no suena mal, ¿o sí?
NOMBRE ORIGINAL: Oliver Twist (Inglés)
NOMBRE EN ESPAÑOL: Oliverio Twist
NOMBRE ORIGINAL: Sigismund Schlomo Freud (Austriaco)
NOMBRE EN ESPAÑOL: Segismundo Freud
Decidí poner estos dos ejemplos juntos porque representan una de las más grandes atrocidades en lo que a traducción se refiere. Primero tenemos a un personaje creado por Carlos Dickens (digo, para ilustrar mejor el punto), y cuyo nombre en Español suena más como apodo. Por otro lado, el padre del psicoanálisis también fue víctima de la castellanización criminal. Todos sabemos que el apellido se pronuncia "fróid", ¿porqué no respetar el nombre de pila?
Existen otros casos en los que no necesariamente se traduce, sino que se adapta con la intención de que el nombre suene mejor en el idioma de destino. Aquí algunos ejemplos:
NOMBRE ORIGINAL: Kermit the frog
NOMBRE EN ESPAÑOL: La Rana René
Así es, no podía dejar pasar uno de mis traumas de la infancia. Era extremadamente común que al conocer a alguien y le dijera mi nombre, se hiciera alusión a este Muppet. Se trata de una adaptación entendible y pegajosa, debo reconocerlo. La aliteración "Rana René" es fácil de decir y recordar, sobre todo en una época en que muchos personajes famosos en los dibujos animados tenían la misma fórmula en sus nombres: Peter Parker, Bruce Banner, Pedro Picapiedra (Fred Flintstone), etc.
He aquí un par de datos curiosos:
La Rana René en España es conocida como "La Rana Gustavo".
La palabra "muppet" traducida al Español puede convertirse en insultos como "burro", "imbécil" o "idiota", aunque en el contexto del programa se refiere a "muñeco" o "muñeco de guiñol".
NOMBRES ORIGINALES: Bruce Wayne, Dick Grayson
NOMBRES EN ESPAÑOL: Bruno Díaz, Ricardo Tapia
¿Quién no disfrutó viendo la serie de Batman (El Hombre Murciélago) producida en los sesenta? Era (y es, gracias a la magia de la repetición) todo un deleite: desde el teléfono rojo, los textos onomatopéyicos al darse una pelea, los batitubos, los nudos siameses humanos y Julie Newmar como gatúbela... en fin, el punto es que entiendo lo de "Bruno", y el apellido suena bien, elegante. Pero a Robin sí lo pasaron a perjudicar de a feo, su nombre suena como de personaje de los Picapiedra (algo así como un primo de Pablo Mármol - Barney Rubble).
Siguiendo con la influencia extranjera que aderezó tantas infancias, ¿se acuerdan de Plaza Sésamo (Sesame Street)? Evidentemente es un programa que ha sufrido numerosas transformaciones desde su origen en Estados Unidos a finales de los sesenta, pero sus personajes (incluyendo a los Muppets) y contenido educativo marcaron y siguen marcando a generaciones enteras. En cuanto a los nombres, quizá el más recordado sea el de "Big Bird", que en México ha tenido varias denominaciones: Serapio Montoya, Montoya, Abelardo y Abelardo Montoya. Aquí sí se dieron vuelo los traductores, pero los Españoles fueron todavía más allá y lo bautizaron como "La Gallina Caponata".
Otros personajes memorables cuyos nombres fueron ingeniosamente adaptados al Español fueron:
Bert y Ernie = Beto y Enrique
Count von Count = El Conde Contar
Cookie Monster = Monstruo comegalletas
Grover = Archibaldo
Me resulta curioso pensar si lo mismo sucede con celebridades Mexicanas en otros países, como Estados Unidos ¿Será que al Chavo del Ocho lo llaman "The Boy of the Eight"? Y ya ni hablar del resto de personajes del repertorio de Roberto Gómez Bolaños, porque el excesivo uso del dígrafo "ch" tal vez causaría un corto circuito, pero resulta interesante analizar si estamos hablando de un fenómeno que funciona bidireccionalmente o no. Tal vez a nuestro nuevo presidente deberán llamarlo "Henry Rock Grandson", y a su esposa "The Seagull". Volviendo a la idea de la traducción excesiva, su ex-presidente George Bush aquí sería "Jorge Arbusto".
René Molina.
Este blog es de ésos que tratan de todo y de nada a la vez. Como apasionado de la lengua (tanto en términos de comunicación como en tacos), la mayoría de las entradas seguramente estarán enfocadas en ese tema. Sin embargo, pudiera suceder que un día me levante de otro humor y escriba algo distinto, encaminado hacia mi fe, mis pasiones, algún relato, chascarrillo, cuento corto, etc. Dios te bendiga y gracias por leer. René Molina.
jueves, 12 de julio de 2012
martes, 3 de julio de 2012
Pobre de mi México.
Y no, no es precisamente por el resultado de las elecciones presidenciales. No, es más bien por la actitud que la mayoría tenemos ante las mismas.
Hasta hace algunos años la política para mí era lo menos importante. No digo que ahora se haya vuelto mi pasión, pero me he dado a la tarea de analizar la situación que México vive a ese respecto y que precisamente en estos días ha alcanzado su clímax. El día de ayer (1 de Julio de 2012) vi algo diferente en las calles, me di cuenta de que mucha gente en verdad se preocupó por ir a votar, se olvidaron del "por quien votes va a ser lo mismo", "¿para qué voto si siempre gana el mismo?" y ese tipo de ideas que lo único que hacen es sabotear el verdadero cambio que muchos mexicanos buscamos. Es cierto que hubieron irregularidades, tal vez no en los números, pero sí en las vías que se utilizaron para llegar a ellos. He escuchado y visto casos de gente a la que le ofrecieron dinero por su voto, o gente a la que le pidieron su credencial de elector, quema de boletas, robo de urnas, en fin, lo que siempre sucede. Obviamente la decisión de ser partícipe en dichas prácticas la toma cada persona involucrada, pero también hay que pensar que los que organizan dichas situaciones saben muy bien por dónde y a quién llegarle, juegan con la necesidad de la gente que en muchas ocasiones no tiene ni para comer y por lo mismo acepta lo que le den. Es una realidad que existe desde hace mucho tiempo, y los que están en el poder se siguen aprovechando de ella porque les sigue funcionando. Entonces, ¿de quién es la culpa?
Aunque todavía no es oficial, los números apuntan hacia una victoria inminente del candidato del PRI. Me levanto hoy (2 de Julio de 2012) ante un México con sabor agrio, con rostros de inconformidad, de miedo, de incertidumbre. No puedo ver el semblante de los verdaderos dueños de estas tierras, de los campesinos, agricultores y diversos grupos indígenas que viven en extrema pobreza, pero imagino que su tristeza es aún más profunda. La verdad yo sí llegué a pensar que por fin vendría un cambio, ese cambio que se viene mencionando desde el año 2000 y que en mi opinión no se ha dado.
Creo que no se puede juzgar algo sin antes haberlo visto en acción. Durante las campañas de los candidatos escuché mucha gente decir que AMLO era comunista y que sería como el Hugo Chávez mexicano, que dejaría endeudado al país y demás, pero la verdad es que eso nadie lo sabe, nadie tiene los fundamentos para ganar credibilidad ante tales afirmaciones. Es cierto que el PRD ha gobernado y está gobernando varios estados del país, pero estamos hablando de otros niveles de gobierno en los que existe autonomía y la visión de la gente es, evidentemente, más particular (como lo que sucede en el DF, en donde la izquierda ha salido victoriosa desde hace varios años). En cambio, ya hemos tenido los mentados setenta años del PRI y doce más del PAN, en los que el desempleo y la pobreza han aumentado, dicen que combaten al narco pero todos sabemos que sigue siendo una de las fuerzas que controlan al país y que además le inyecta cantidades inmensas de dinero, cada día este mismo gremio cobra varias vidas, hay ejecuciones, ajustes de cuentas, represión, corrupción, etc. Con ese antecedente, ¿cómo podemos confiar en que el PRI hará un cambio en el país, o acaso tenemos que comportarnos como la novia boba que perdona al novio después de que este le puso el cuerno con media colonia? ¿tenemos que olvidarnos de los incontables atropellos, ataques, matanzas, burlas, engaños y cantidades industriales de atole con el dedo que los gobiernos nos han dado? Es algo que en verdad me inquieta, y me llena de una profunda decepción.
Es cierto que a un país lo hace su gente, y nosotros como Mexicanos tenemos mucho que hacer. La participación que se registró el día de ayer (a pesar de la lluvia y el mal tiempo) fue sobresaliente en mi opinión. El movimiento "Yo soy 132", más allá de apoyar o no a AMLO, creó cierta conciencia en los jóvenes (bueno, más jovenes que yo) y muchos de ellos asistieron puntualmente a sus respectivas casillas. Pero la solución no sólo está en ir a votar, sino en hacerlo con convicción. No se trata de votar por un candidato porque está guapo, porque es mujer o porque a mi abuelita le dan una tarjeta con dinero cada mes o porque me gusta la combi en la que anda. Se trata de votar pensando en que, según nuestra visión, esa es la mejor opción para mí y para México. Y he aquí otro punto interesante: muchas veces la razón detrás del voto se reduce a una dimensión totalmente individual o familiar (a mí me conviene que gane X porque mi primo trabaja en ese partido, o a mi me conviene que gane Y porque es el jefe de mi tía), lo cual es totalmente válido y respetable, pero quizá en términos de lo que México necesita, no sea lo mejor. Los seres humanos somos muy poco objetivos, y juzgamos las cosas con una perspectiva influenciada en casi todos los casos, no podemos tomar una decisión honesta porque nuestras creencias, vínculos afectivos, miedos, etc. no nos lo permiten.
Y tal vez ese también sea uno de los grandes problemas que enfrenta nuestra patria. Ese pensamiento tan común de "mientras a mi no me afecte, no pasa nada", es uno de los clavos más gruesos del ataúd en el que poco a poco se han sepultado las esperanzas de la gente que pide a gritos que hagamos algo.
Siempre he sostenido que más allá de quien sea el presidente, nosotros los ciudadanos tenemos que ponernos las pilas y actuar a la altura de las circunstancias. Hacemos muchas cosas indebidas (muchas de ellas tan habituales que incluso se han enlistado en una ley no escrita que todos seguimos), somos corruptos en mayor o menor medida, mentimos, nos estacionamos en lugares prohibidos, tiramos basura en la calle, no leemos, somos apáticos y conformistas. Por mucho que tengamos un presidente honesto y con ganas de cambiar al país, si el pueblo no despierta y sale por fin de ese eterno letargo, nunca pasará nada. Sé que el mundo no es color de rosa y que tampoco se trata de que vivamos en una utopía, pero lo que quiero es que haya igualdad, que la gente no sea discriminada por sus orígenes, sus creencias, su lengua; que tenga una vida digna, un empleo bien remunerado, calidad de vida. etc. Eso no es una utopía, esas son necesidades básicas de cualquier persona. Muchos de nosotros, citadinos al fin, vemos muy ajenos estos problemas porque los sufre gente con la que nunca tenemos contacto, pero eso no quiere decir que sus situaciones no sean preocupantes o que todas esas familias no necesiten ayuda. Considero que deberíamos cambiar esa mentalidad individualista, aunque tampoco estoy pensando en que todos nos convirtamos en Robin Hood, pero desde nuestra trinchera hay varias cosas que podemos hacer en beneficio de todos.
El país está dividido, y así nunca va a caminar hacia adelante. En mi vida he votado tres veces para elegir Presidente (2000, 2006 y 2012), y en las tres ocasiones he votado por la opción que considero es la mejor para el país, por la propuesta que parece ser la que hará la repartición de riqueza más justa y traerá más igualdad entre nuestra gente (aunque eso no depende enteramente del gobierno). Yo no le pongo colores ni rostro a mi voto, yo voto por México y en esas tres ocasiones mi elección ha sido la misma, esa que para bien o para mal traería un cambio, y que llevaría al país a su reivindicación o a su penosa muerte. Al más puro estilo de Julio César (no el pugilista sino el general romano), el gobierno y los medios de comunicación supuestamente imparciales y éticos se han encargado de dividir y hasta ahora han vencido. Caemos en el juego muy fácilmente: señalamos y casi casi hacemos nuestro enemigo a quien tiene preferencia por otro candidato o partido, hay disputas, riñas, ofensas e incluso enfrentamientos armados; amistades y hasta matrimonios se han disuelto por este fenómeno. Hagámonos la pregunta: ¿estoy contento porque ganó la persona por la que voté o porque ese triunfo va a ser algo positivo para mi país? Estamos hablando de cosas distintas. Por ejemplo, yo le voy al Atlante, y actualmente es muy común que pierda, pero cuando lo hace, me da gusto que también pierdan otros equipos que no mencionaré para no herir susceptibilidades. A lo que voy es que tal vez haya gente que lo vea de este modo: mi candidato o candidata no ganó, pero lo bueno fue que no ganó X. A mi entender, esto no debe ser así, yo creo que la función del voto no es que cuando acabe la contienda uno tenga la oportunidad de restregarles el triunfo en la cara a los opositores, más bien se trata de pensar qué saldrá de ese triunfo que, lamento decirlo, se siente más individual que colectivo.
Ya he dicho que para mí la mejor opción es la izquierda (no necesariamente AMLO), y lo digo porque el ambiente que hoy se siente en México no es uno de "ganó el del PRI", sino de "perdió el del PRD", y ambas ideas están causando regocijo en mucha gente. Una vez más nos tenemos que preguntar quienes son los perjudicados y quienes los beneficiados. Honestamente lo digo, mi vida y la de mi familia no iba a cambiar aunque ganara Andrés Manuel o cualquiera de los otros tres, pero el país tal vez sí hubiera cambiado. Al que ganó ya lo conocemos, pero lo peor no es que él haya ganado o no, lo peor es que el país sigue partido en dos, atacándonos los unos a los otros en lugar de buscar las formas de salvarlo. La solución no está en un partido o en una sola persona, no está sólamente en votar y a ver que pasa. No, así México nunca va a cambiar. Vayamos más allá de las elecciones, más allá de si ganó tal o cual o de si hubo fraude o no. Vayamos pensando en qué es lo que más nos conviene, no recurramos a la violencia ni a la corrupción para conseguir nuestros objetivos, démonos cuenta de que cualquier país puede levantarse si su gente así lo quiere. México es de nosotros, no sólo del que ganó.
¿Cuánta gente cuando vota piensa en lo que es mejor para el país en su conjunto? ¿Cuánta gente no tiene otra opción más que votar por quien le digan por necesidad, por miedo o por que se siente amenazada? ¡Qué triste que las cosas sean así! No se trata de decir que los que votaron por el que ganó estén mal, pero ¿de verdad lo habrán hecho porque consideraban que era la mejor opción? Que pena que estemos tan ciegos y no podamos sobrepasar nuestras estúpidas diferencias, que pena que nos interese más vanagloriarnos en la victoria de una sola persona. A ver si seguimos festejando cuando la gente pobre se haga todavía más pobre, cuando México sea una sucursal más de Estados Unidos (si no es que ya lo es) y cuando perdamos toda nuestra identidad como país, a ver si en ese momento despertamos y nos damos cuenta de que pudimos hacer algo y nunca quisimos, porque nos concentramos en que ganara el "nuestro", el "bueno", y nunca pensamos en que el chiste era que ganáramos todos.
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